viernes, 15 de enero de 2016

Toda clase de pieles (Corrección)

El gran caballero

Hace muchos, muchos años, en un pueblo lejano, vivía un campesino, hijo de un herrero, que deseaba ser caballero para poder ayudar a su padre ya que vivían en la suma pobreza. Como sus recursos no se lo permitían pasaba los días pensando e imaginando cómo lo conseguiría.

Su padre, apenado por ver a su hijo tan decaído, decidió otorgarle lo más valioso que poseía para que éste pudiera venderlos y así poder, de alguna manera, labrarse un futuro mejor que el suyo. Así que le dio una llave maestra capaz de abrir cualquier puerta, una herradura de la suerte y un arco con varias flechas.

El hijo, en vez de vender los objetos que su padre le había cedido, decidió partir en busca de su deseo, convertirse en un caballero.
Después de varios preparando su viaje, partió hacia el reino de Leynad, donde estaba seguro que le harían caballero.

Tras lo que a él le parecieron semanas caminando por el bosque, por fin llegó al reino. Allí se encontró con una gigantesca muralla que lo rodeaba. Llamó a todas las puertas pero en ninguna le quisieron abrir al ver su aspecto humilde. Decidió esperar a que cayera la noche. Una vez que hubo oscurecido, utilizó la llave que le había dado su padre y se coló sin que nadie le viera por una pequeña puerta de la gran muralla.

Se resguardó en los establos, escondido entre los caballos para que no pudieran verle. Allí escuchó a un caballo gemir de dolor ya que una de sus herraduras se había roto. Al verlo, el chico le puso la herradura de la suerte que llevaba consigo. Le resultó muy sencillo porque había visto a su padre hacerlo miles de veces. Desde ese momento, el caballo y él se hicieron amigos inseparables.

Al día siguiente, el Rey anunció un premio de mil monedas de oro para el valiente que consiguiera matar al gran oso negro de las montañas, que arrasaba las cosechas de los campesinos y mataba a sus animales.

Todos los caballeros partieron en su búsqueda a lomos de sus caballos y justo detrás de ellos salió el chico, montando en su fiel jamelgo.

Después de dar varias vueltas por el bosque, en la entrada de una oscura y tenebrosa cueva, vio al gran oso negro. Tenía unas garras tan afiladas como sus colmillos, capaces de desgarrar y matar en una milésima de segundo. Un pelaje tan abundante y enredado que casi era imposible ser atravesado por una espada y unos ojos penetrantes que te hacían revolverte en el sitio.
El oso estaba a punto de matar a un caballero que luchaba en vano con su espada. En ese instante, utilizando el muchacho el arco de su padre, disparó una única flecha que atravesó el corazón del oso y acabó con su vida.

Al volver al reino, el caballero, agradecido de haber sido salvado gracias al misterioso chico, le contó al Rey su increíble y desinteresada hazaña. El Rey, impresionado por la historia, le dio a elegir al joven entre las mil monedas de oro o la mano de su hija la princesa.
Cuando la vio, se enamoró de ella y sin pensárselo dos veces, supo lo que elegir.

Más adelante, el muchacho se convirtió en caballero y se hizo famoso en todo el reino por sus continuas e innumerables hazañas.

Lo que he cambiado

-                      La familia no será perteneciente a la casa real si no que son una familia sencilla que viven en un pueblo lejano.
-                    No se cubre con un abrigo. 
-                     El protagonista es un hombre.
-           La inexistencia de la madre en la historia. 
                     

Lo que he mantenido

-          Los objetos se los da el padre.
-          La huida del muchacho para conseguir lo que quiere.
-                    Final feliz para el muchacho convirtiéndose en caballero.
-          El esqueleto de la historia original.
-          El uso de los objetos que le otorga el padre al joven. 


He querido adaptar este cuento para niños de tercero y cuarto, dada su corta extensión y fácil entendimiento, para que comprendan que no pasa nada por no tener las dos figuras paternas en la unidad familiar, dejando de lado el tema del incesto ya que puede ser complicado de entender por niños pequeños.


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